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    La Carta del Profeta Yarmi-YÁOJU (Jeremiás) 

 

 

Por los pecados que habéis cometido delante de YÁOJU UL, el verdadero Creador Eterno,

vais a ser llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios.

 

Una vez llegados a Babilonia, estaréis allí muchos años y por largo tiempo,

hasta siete generaciones; pero después yo os sacaré de allí en paz.

 

Ahora vais a ver en Babilonia ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas

y imagens de plata, de oro y de ma madera, piedra, cemento o arcilla

que son llevados a hombros y que infunden temor a los paganos ignorantes.

 

Estad alerta, no hagáis vosotros también como los extranjeros de modo

que os entre temor de estos ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas y imagens,

cuando veáis la turba delante y detrás de ellos adorándoles.

 

Decid entonces en vuestro interior: «A Ti solo se debe adoración y veneración,

YÁOJU UL, el verdadero Creador Eterno

 

Pues Mi ángel está con vosotros: él tiene cuidado de vuestras vidas.

 

Porque la lengua de estos ídolos, rebúltos, estátuas y figurillas

ha sido limada por un artesano, y ellos, por muy dorados y plateados que estén,

son falsos y no pueden hablar.

 

Como para una joven presumida, así ellos toman oro y preparan coronas

para las cabezas de sus ídolos, rebúltos, estátuas y figurillas.

 

Ocurre a veces que los sacerdotes roban a sus ídolos, rebúltos, estátuas

y figurillas oro y plata y lo emplean en sus propios gastos,

y llegan a dárselo incluso a las prostitutas de la terraza.

 

Los adornan también con vestidos como si fuesen hombres, a estos ídolos, rebúltos,

estátuas, figurillas y imagens de plata, oro y madera; pero éstos no se libran

ni de la roña ni de los gusanos.

 

Por muy envueltos que estén en vestidos de púrpura, tienen que lavarles la cara,

debido al polvo de la casa que los recubre espesamente.

 

Hay quien empuña el cetro como un gobernador de provincia,

pero no podría aniquilar al que le ha ofendido.

 

Otro tiene en su diestra espada y hacha,

pero no puede defenderse de la guerra ni de los ladrones.

 

Claro a ver que no son Creadorer Eternos en realidad,

estos ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas y imagens.

 

Así que no les temáis.

 

Como el vaso que un hombre usa, cuando se rompe, se hace inservible,

así les pasa a sus ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas y imagens

una vez colocados en la iglesia.

 

Sus ojos están llenos del polvo levantado por los pies de los que entran.

 

Lo mismo que a uno que ha ofendido al rey se le cierran bien las puertas,

como que está condenado a muerte, así los sacerdotes aseguran las iglesias

de estos ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas y imagens con puertas,

cerrojos y trancas, para que no sean saqueados por los ladrones.

 

Les encienden velas y lámparas y aun más que para ellos mismos,

cuando los ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas y imagens

no pueden ver ni una sola de ellas.

 

Les pasa lo mismo que a las vigas de la casa cuyo interior se dice que está aplillado.

 

A los gusanos que suben del suelo y los devoran,

a ellos y sus vestidos, no los sienten.

 

Sus caras están ennegrecidas por la humareda de la iglesia o casa.

 

Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean lechuzas vencejos

y otros pájaros; y también hay gatos.

 

Por donde podéis ver que no son Creadores Eternos en realidad

estos ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas y imagens; así que no les temáis.

 

El oro mismo con que los recubren para embellecerlos no lograría hacerlos brillar

si no hubiera quien le limpiara la herrumbre,

pues ni cuando eran fundidos se daban cuenta.

 

A enorme precio han sido comprados estos ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas

y imagens en los que no hay soplo de vida.

 

Al no tener pies, son llevados a hombros, exhibiendo así a los hombres su propia ignominia;

y quedan también en vergüenza sus servidores, porque si aquéllos llegan a caer en tierra,

tienen que ser levantados por ellos.

 

Si se les pone en pie, no pueden moverse por sí mismos;

si se les tumba, no logran enderezarse solos;

como a muertos, se les presentan las ofrendas.

 

Sus víctimas las venden los sacerdotes y sacan provecho de ellas;

también sus mujeres ponen una parte en conserva, sin repartir nada al pobre ni al enfermo;

y las mujeres que acaban de dar a luz y las que están en estado de impureza tocan sus víctimas.

 

Conociendo, pues, por todo esto que no son Creadores Eternos en realidad, no les temáis.

 

¿Cómo, en efecto, podrían llamarse Creadores Eternos?

 

Son mujeres las que presentan ofrendas ante estos ídolos, rebúltos, estátuas,

figurillas y imagens de plata, oro y madera.

 

Y en sus iglesias los sacerdotes se están sentados, con las túnicas desgarradas,

las cabezas y las barbas rapadas y la cabeza descubierta;

y vocean chillando delante de sus ídolos, rebúltos, estátuas,

figurillas y imagens como hacen algunos en un banquete fúnebre.

 

Los sacerdotes les quitan la vestimenta para vestir a sus mujeres y sus hijos.

 

Si alguien les hace daño o favor, no pueden darle su merecido.

 

Ni pueden poner ni quitar rey.

Tampoco son capaces de dar ni riquezas ni dinero.

 

Si alguien les hace un voto y no lo cumple, no le piden cuentas.

 

Jamás libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso.

 

No pueden devolver la vista al ciego, ni liberar al hombre que se halla en necesidad.

 

No tienen piedad de la viuda ni hacen bien al huérfano.

 

A los peñasos sacados del monte se parecen estos maderos recubiertos de oro y plata,

y sus servidores quedan en vergüenza.

 

¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que son Creadores Eternos en realidad?

 

Más aún, los mismos caldeos los desacreditan cuando, al ver a un mudo que no puede hablar,

lo llevan donde Bel, pidiéndole que le devuelva el habla, como si este ídolo, rebúlto,

estátua o figurilla pudiera percibir.

 

Y no pueden ellos, que piensan, abandonar a sus ídolos, rebúltos, estátuas,

figurillas y imagens que no sienten nada.

 

Las mujeres religiosas, ceñidas de cordillos, se sientan junto a los casminos

quemando como incienso el salvado, y, cuando una de ellas, solicitada por algún

transeúnte, se acuesta con él, reprocha a su vecina de no haber sido hallada digna

como ella y de no haber sido rota su cordillo religioso.

 

Todo lo que se hace en honor de ellos es engaño y falsificado.

 

¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que son Creadores Eternos en realidad?

 

Han sido fabricados por artesanos y orfebres, y estos ídolo, rebúlto, estátua

o figurilla sera una cosa que lo que sus artífices quieren que sean.

 

Los mismos que los han fabricado no viven mucho tiempo;

¿cómo, pues, van a ser Creadorer Eternos las cosas fabricadas por ellos?

 

Sólo mentira y oprobio han dejado a su herencia.

 

Y cuando les sobrevienen guerras o calamidades,

los sacerdotes deliberan entre sí dónde esconderse con ellos.

 

¿Cómo, pues, no darse cuenta de que no son Creadores Eternos en realidad,

los que no pueden salvarse a sí mismos de la guerra ni de las calamidades?

 

No siendo otra cosa que madera, piedra, cemento o arcilla dorada y plateada,

se reconocer reconocerá más tarde que estos ídolos, rebúltos, estátuas,

figurillas y imagens no más que mentira.

 

Para todos, naciones y reyes, quedará claro que no son Creadores Eternos en realidad,

solamente obras de manos de hombres, y que no hay en ellos obra alguna cosa celestial.

 

¿A quién, pues, no parecerá evidente que no son Creadores Eternos en realidad?

 

No pueden poner rey en un país, ni dar a los hombres la lluvia.

 

No saben juzgar sus pleitos, ni liberar y proteger al agraviado, porque son incapaces;

como cornejas son entre el cielo y la tierra.

 

Pues si llega a prender el fuego en la casa o iglesia de estos ídolos, rebúltos,

estátuas, figurillas y imagens de madera, dorados y plateados, sus sacerdotes

escaparán y se pondrán a salvo, pero ellos serán, como postes, presa de las llamas.

 

Tampoco pueden resistir a rey ni a ejército enemigo.

 

¿Cómo pues, admitir o creer que son Creadores Eternos en realidad?

 

Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos ídolos, rebúltos,

estátuas, figurillas y imagens de madera, plateados y dorados.

 

Aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y la vestimenta que los recubre,

y se van con ello, sin que los ídolos, rebúltos, estátuas, figurillas y imagens puedan

socorrerse a sí mismos.

 

De modo que es mucho mejor ser un rey que ostenda su poder,

o un utensilio provechoso en una casa, del cual se sirve su dueño,

que estos Creadores Eternos falsificados.

 

O una puerta en una casa, que guarda cuanto hay dentro de ella,

que estos falsos Creadores Eternos.

 

O bien un poste de madera en un palacio, que estos falsos ídolos,

rebúltos, estátuas, figurillas y imagens.

 

El sol, la luna y las estrellas, que brillan y tienen una misión, son obedientes.

 

Igualmente el relámpago, cuando aparece, es bien visible; asimismo el viento sopla en todo país.

 

Las nubes, cuando reciben de YÁOJU UL, el verdadero Creador Eterno,

la orden de recorrer toda la tierra, la ejecutan al punto.

 

Y el fuego, enviado de lo alto a consumir montes y bosques, hace lo que se le ha ordenado.

 

Pero aquéllos no pueden compararse a ninguna de estas cosas, ni en presencia, ni en fuerza.

 

Así que no se puede creer ni afirmar que sean Creadores Eternos en realidad,

no capaces de hacer justicia ni de proporcionar bien alguno a los hombres.

 

Sabiendo, pues, que no son Creadores Eternos en realidad, no les temáis.

 

Tampoco pueden maldecir ni bendecir a los reyes;

ni hacer ver a las naciones señales en el cielo;

ni resplandecen como el sol, ni alumbran como la luna.

 

Pero los espíritus malos (demonios) que habitan dentro de ellos

pueden causar muchas maldiciones, entonces, teneis rápidamente

los debeis pulverizar completamente y botarlos más lejos de su hogar o iglesia.

 

Las bestias valen más que ellos, porque pueden, refugiándose bajo cubierto, ser útiles a sí mismas.

 

Por ningún lado, pues, aparece que sean Creadores Eternos en realidad; así que no les temáis.

 

Como espantajo en cohombral, que no guarda nada, así son sus ídolos, rebúltos, estátuas,

figurillas y imagens de madera, piedra, cemento o arcilla, dorados y plateados.

 

También a un espino en un huerto, en el que todos los pájaros se posan,

o a un muerto echado en lugar oscuro, se pueden comparar sus ídolos, rebúltos,

estátuas, figurillas y imagens de madera, piedra, cemento o arcilla, dorados y plateados.

 

Por la púrpura y el lino que se pudre encima de ellos, conoceréis también

que no son Creadores Eternos en realidad.

 

Ellos mismos serán al fin devorados y serán un oprobio para el país.

 

Mucho más vale, pues, el hombre recto, que no tiene ídolos, rebúltos,

estátuas, figurillas y imagens de madera, piedra, cemento o arcilla, dorados y plateados.

 

Porque él estará lejos del oprobio y ridículo.

 

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